domingo, 30 de junio de 2013

Critica con razón



Kant es conocido como el filósofo padre de la modernidad, por haber logrado el paso de del pensamiento empírico al pensamiento formal, a través de la ética. El planteamiento de moral kantiana, queda formulado en su trilogía de libros donde el segundo, es la crítica de la razón práctica, antes escribe Fundamentación de la metafísica de las costumbres, y luego escribe Metafísica de las costumbres, en estas hace el paso de la razón pura, que es lo primero que es de lo primero que escribe, influenciado claro por Hegel que ya venía hablando del tema, sin embargo su centro no es la razón pura o el sistema ideológico, sino la moral. 

En la crítica de la razón práctica, Kant encuentra tres elementos categóricos: “Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”. “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio”. “Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”.

Encontramos entonces una gran relación en este paso de la razón pura a la razón práctica, vemos que la razón teórica formula juicios, la razón práctica formula imperativos. Kant sintetiza su pensamiento practico en tres preguntas: “¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo saber?, ¿Qué me está permitido esperar?”, que pueden resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre? A la primera interrogante trata de dar respuesta la moral. A la segunda, el análisis de la Crítica de la razón pura en torno de las posibilidades y límites del conocimiento humano. 

A la tercera trata de responder la religión. Kant antepone a todo su estudio de moral, el tema del deber, que es donde reside la virtud de toda acción. Al hacer coincidir la máxima de cualquier acción con la ley práctica, el ser humano habrá encontrado el principio objetivo y universal del obrar.

sábado, 29 de junio de 2013

LA REBELIÓN DE LAS MASAS

 Este libro es el más conocido y el peor entendido de la obra de Ortega. Su lectura superficial y, probablemente, parcial- desde un punto de vista político, ha dado lugar a los mayores malentendidos. 

Ortega escribe para "cabezas claras" y su lectura implica una actitud dialogante, activa y abierta. En el libro, nos expone su preocupación ante el cariz que están tomando los acontecimientos en Europa y el mundo, analizando las causas y consecuencias de este hecho. 

 Lo primero que sorprende es constatar que se nos está describiendo una situación en 1930 que es, si cabe, más vigente en la actualidad del siglo XXI. Por un lado, se ha producido un formidable avance en la técnica, en la capacidad de producción y disfrute de objetos, una subida del "nivel histórico" que permite a las mayorías gozar de los privilegios contemplados antes para unos pocos, y aún más. Por otro lado, y como consecuencia de lo anterior se ha instalado en el poder un tipo de hombre que no una clase social que es el "hombre-masa": "El especialista (científico, técnico, político, etc) nos sirve para concretar enérgicamente la especie (de hombre-masa) y hacernos ver todo el radicalismo de su novedad. 

Porque antes los hombres podían dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes. Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías. No es sabio porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es "un hombre de ciencia" y conoce muy bien su porciúncula de universo. Habremos de decir que es un sabio-ignorante, cosa sobremanera grave, pues significa que es un señor el cual se comportará en todas las cuestiones que ignora no como un ignorante, sino con toda la petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio». (Cap. XII, "La barbarie del "especialismo") 

Hoy, el hombre medio especialista o no posee una enorme cantidad de información, de datos, pero, inversamente a lo que cabría imaginar, es más hermético, más inflexible en sus opiniones e ideas. Es un sabio-ignorante incapaz de "escuchar", de reconocer, de dejarse orientar por los que verdaderamente saben. Y esta esencial desorientación dirige nuestros destinos. 

Dice Ortega: «La vida humana, por su naturaleza propia, tiene que estar puesta a algo, a una empresa gloriosa o humilde, a un destino ilustre o trivial. Se trata de un condición extraña, pero inexorable, escrita en nuestra existencia. Por un lado, vivir es algo que cada cual hace por sí y para sí. Por otro lado, si esa vida mía, que sólo a mí me importa, no es entregada por mí a algo, caminará desvencijada, sin tensión y sin "forma". 

Estos años asistimos al gigantesco espectáculo de innumerables vidas humanas que marchan perdidas en el laberinto de sí mismas por no tener a qué entregarse. Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a lo que pongo ésta y que por lo mismo está fuera de ella, más allá. Si me resuelvo a andar sólo por dentro de mi vida, de manera egoísta, no avanzo, no voy a ninguna parte; doy vueltas y revueltas en un mismo lugar. Es necesario, por tanto, tener un proyecto, un programa de vida a futuro que nos oriente, que nos discipline moralmente, que nos obligue a superarnos día a día. 

Por otro lado, la revolución tecnológica de los últimos años y la aceleración de los acontecimientos han aumentado el desfase entre el estado "vital" en que se encuentra el hombre y su "potencialidad»"(el estado en que podría estar). Esto significa mayor desazón para la gente. El novedoso fenómeno de la globalizción, el continuo intercambio de objetos y personas (migración) están dando lugar a la idea de nación mundial, idea que trasciende a la de nación continental, pero que pasa por ella. Hoy, más que nunca, se percibe la necesidad de un nuevo principio de vida para superar la crisis actual; un proyecto, una decisión... la de ponernos a "la altura de los tiempos". 

Las páginas de «La rebelión de las masas» resuman de la filosofía de Ortega y Gasset porque éste es un libro de filosofía, escrito sobre el sustrato de un pensamiento estructurado que, necesariamente, queda reflejado, a veces, de forma larvada o insinuada. Su lectura invita a la reflexión sobre la situación que estamos viviendo y nuestra propia posición al respecto.