Kant es conocido como el filósofo padre de la modernidad, por haber logrado el paso de del pensamiento empírico al pensamiento formal, a través de la ética.
El planteamiento de moral kantiana, queda formulado en su trilogía de libros donde el segundo, es la crítica de la razón práctica, antes escribe Fundamentación de la metafísica de las costumbres, y luego escribe Metafísica de las costumbres, en estas hace el paso de la razón pura, que es lo primero que es de lo primero que escribe, influenciado claro por Hegel que ya venía hablando del tema, sin embargo su centro no es la razón pura o el sistema ideológico, sino la moral.
En la crítica de la razón práctica, Kant encuentra tres elementos categóricos: “Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”. “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio”. “Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”.
Encontramos entonces una gran relación en este paso de la razón pura a la razón práctica, vemos que la razón teórica formula juicios, la razón práctica formula imperativos.
Kant sintetiza su pensamiento practico en tres preguntas: “¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo saber?, ¿Qué me está permitido esperar?”, que pueden resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre? A la primera interrogante trata de dar respuesta la moral. A la segunda, el análisis de la Crítica de la razón pura en torno de las posibilidades y límites del conocimiento humano.
A la tercera trata de responder la religión.
Kant antepone a todo su estudio de moral, el tema del deber, que es donde reside la virtud de toda acción. Al hacer coincidir la máxima de cualquier acción con la ley práctica, el ser humano habrá encontrado el principio objetivo y universal del obrar.
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