Muchos de nosotros nos
consideramos líderes, pero no hacemos las cosas como tal, sino que enfrentamos
situaciones en las que tenemos que dirigir alguna acción u ocasión y vamos
trabajando en ello poco a poco, entendiendo que el líder no es de una sola vez,
sino una secuencia de actos en los que se demuestra esa capacidad, en varios
aspectos de la vida.
Es por eso, que a la
hora de definir un buen líder, es importante tener en cuenta los siguientes aspectos.
1. Facilitar. El líder siempre está centrado en buscar soluciones, no en
derrochar energías en la crítica destructiva o en buscar culpables. Al líder le
fascina simplificar en lugar de complicar. En su misión de facilitador sabe
conjugar constantemente los verbos dialogar y delegar. Por lo mismo, comparte
con los demás los triunfos y las derrotas y se caracteriza por dos virtudes
ajenas a los jefes dominantes: la humildad y la flexibilidad. El líder vive
aprendiendo y comparte sin egoísmo lo que sabe. Estas cualidades hacen que sea
respetado y que, sin ser perfecto, inspire a muchos con su vida y su acción.
2. Integrar. Según el profesor John Kotter, un experto en liderazgo de
Harvard, el líder invierte un 75% de su tiempo o más en crear y en mejorar las
relaciones. El líder no es un autócrata y sabe que sólo con buenas redes y un
excelente trabajo en equipo se conquistan las metas. No se vuelve indispensable
y acepta tener a su lado personas más capaces que él. Crear y potenciar un
equipo de trabajo de alta eficiencia y buenas relaciones es quizás su labor más
importante..
1. Animar. El líder es un motivador permanente, un sembrador de esperanza
y un optimista tenaz. Supera sus momentos negativos y alimenta su fuego
interior y el de los demás con experiencias estimulantes, y acciones que
despiertan entusiasmo. El líder irradia confianza e inspira a los demás para
que sean capaces de soñar con días mejores y trabajar por alcanzarlos. Así
actuó Colón con unos marineros temerosos que, dos días antes del 12 de octubre,
hicieron un motín para retornar a España.
4. Trabajar. El líder mueve con hechos y con una entrega total, lo siguen
porque es el primero en trabajar con tenacidad y en ser un apasionado de la
causa. Los soldados daban la vida por Alejandro Magno porque él estaba con
ellos en las buenas y en las malas, iba a la vanguardia y, en ocasiones, dormía
en el suelo con sus tropas o comía después de ellos. No obstante, el líder no
es un adicto al trabajo y equilibra su vida de familia con su labor. Al líder
lo aman por lo que hace, no tanto por lo que dice.
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