jueves, 15 de febrero de 2018

La tristeza más grande para La mechas… - SALIENDO DEL ABISMO.

Ese mismo día, la policía le venía haciendo seguimiento a Mechas, quien durante el día estuvo con algunas mujeres en varios centros comerciales. Se movían en un taxi, que los transportaba y el conductor al tiempo los acompañaba cargando las bolsas de las compras.

Su actitud era la de un gay, muy femenino, que admiraba a cuanto hombre hermoso observaba en los Centros comerciales. Ese era su plan cuando se encontraba aburrido. “Ir de cacería” ─Frase que la Mechas Utilizaba mucho─, a un parque, a un gimnasio o a un centro comercial a observar hombres o “papis” como el los llamaba.

En los Centros comerciales, mientras sus amigas, hacían las compras, ella, se sentaba y los seguía con la mirada. Sin darse cuenta uno de esos hombres al que se quedó mimando en el Centro comercial, lo había visto ya en tres ocasiones ese día, pero no le prestó atención a esos detalles, porque todos los “lindos” le parecían igual.

Ya entrada las seis de la tarde, Mechas con las dos mujeres y el conductor del taxi, salieron del centro comercial después comer un helado y salir sonriente, moviendo la cabellera. De allí se fueron directamente a una de las discotecas que manejaba en el sur, donde a veces se quedaba a dormir. Allí tenía preparada una despedida para las dos amigas que saldrían al día siguiente. Una para España y otra para Bélgica.

Ya Mery y Amanda les habían dicho, que hicieran con ellas todo el recorrido y las capturaran en aquellos países, junto con los socios de Tom, de los cuales ya les habían dado las descripciones de los lugares donde vivían.

Esa noche, La mechas y sus acompañantes, fueron el centro de atención de la discoteca. La Mechas bailaba como loca, junto con sus amigas, cantaba, se subía a la barra y hacía ademanes de estriptis pero sin quitarse la ropa, mostraba las piernas y se llevaba el dedo a la boca de manera sensual.

A media noche, llegó un invitado de las amigas de Mechas,  que trabajaba como prepago para hombres gay. Le pusieron como tarea conquistar a la Mechas, sin que aquella se diera cuenta que era un enviado de ellas. Así lo hizo, y la mechas al verse cortejada por un “hombre papi”, sonreía y bailaba de forma sensual, mientras bebía vodka con jugo de naranja que era su bebida favorita.

Aquel joven se acercó a bailar con La mechas, quien con un poco de vergüenza y un poco de emoción, continuó con su baile mientras las amigas se separaban un poco, haciéndole señas con los dedos pulgares levantados.

Después de bailar por un largo rato, el joven que ya estaba pago, se le acerca al oído a la Mechas y la invita a ir a otro lugar a terminar la fiesta. La mechas lo separa con las manos pero sonriendo. Luego se voltea de espaldas a seguirle bailando. Cuando termina la canción, es la Mechas quien se acerca al oído de aquel y le dice:

─Vamos arriba. Ese será el otro lugar para continuar la rumba.

Suben al segundo piso, donde  la  Mechas tiene una pequeña habitación con baño privado, su cama y ropa para cambiarse. Abre la habitación, y lo empuja de una vez hacia la cama, se le va encima y le quita de una vez la correa del pantalón. Entra al baño y regresa con una bolsa que tenía llena de cocaína. El joven queda sentado en la cama, mientras La mechas, se arrodilla un poco y absorbe, le brinda aquel joven que le estira la mano, en señal de solicitud. Le sirve un poco en la mesa de noche hecha de vidrio trasparente que tenía en una esquina. Luego lo llama para que consuman juntos. La Mechas se va al baño y luego regresa casi semidesnuda, con un sostén y unas tangas brasileras.

Aquel joven aprovecha que La Mechas estaba en el baño, saca un poco de escopolamina que tenía en el bolsillo de su pantalón, y se la cambia por la cocaína. Luego invita a la Mechas a consumir el último que le sirvió. La Mechas, se rehúsa y lo toma de las manos, para que la acompañe a la cama, este le insiste y la hace llegar hasta la mesita a absorber el poquito de polvo blanco de aquella sustancia.

Poco a poco la Mechas se va quedando adormecida, hasta que aquel joven la lleva y la deja en la cama. Mientras tanto, entra el baño, y de un cajón que tenía debajo del lavamanos, le saca casi un kilo de cocaína que tenía allí y unos diez millones de pesos en efectivo. Los mete en un bolso, y baja de aquella habitación, esquivando encontrarse con las amigas de La mechas.

Sale de la Discoteca. Afuera mientras espera taxi, mira para todos lados. Una camioneta se le acerca y lo hace subir a la fuerza. Unos policías infiltrados, que habían recibido la llamada de uno de los hombres que tenían dentro,  los habían alertado de la situación. Sorpresa para aquel joven cuando le encontraron, esa cantidad de dinero y toda esa droga encima.

Después que les contó lo que había hecho, lo hicieron devolver y quedarse allí con La mechas hasta que se levantara al día siguiente, para que no les fuera dañar la estrategia que tendrían.

Al mediodía siguiente La Mechas se despierta con dolor de cabeza, y el joven que no había podido dormir, durante la noche, le pasa unas pastillas que le habían dado los policías para que se las diera y pudiera trabajar de forma normal.

Las amigas que ya se dirigían rumbo a sus destinos, no se pudieron despedir de La mechas; porque sabían que se disgustaría si la molestaban estando en una noche de pasión con un hombre. La Mechas mira el reloj, y al no poder ver bien la hora, le pregunta a su acompañante

─¿Qué hora es?

Este le responde─. Es  la una de la tarde.

La Mechas trata de saltar de aquella cama pero aun siente dolor de cabeza, se devuelve un poco en sí y le pregunta:

─Y usted que hace todavía aquí. Eso es extraño, por más que yo beba o meta perico, nunca me he sentido así, y más raro aun que usted todavía esté aquí.

Lo decía porque dentro de su manual de vida sexual, tenía que nunca dejaba a un hombre quedar en la cama toda la noche con él. Solo sexo y los despedía.

Pero aunque todo aquello le parecía raro, decidió ingresar al baño, lo primero que hizo fue revisar que todo estuviera en su lugar. Y si, allí estaba, se dio un baño que duró más de veinte minutos y cuando salió aquel joven ya no estaba.

Tomó su celular y empezó a llamar a sus amigas, pero estas no le contestaron, iban viajando y tenían sus celulares apagados.

Se volvió a tirar en la cama y se quedó otra vez dormido. Solo lo despertó, el estruendo de pasos y mesas tiradas, debajo de aquel lugar. Había dormido cuatro horas más y la policía lo había despertado, al momento de ingresar a su habitación y decirle: 

─ Alias “La Mechas”, queda detenido. 

─”La muerte”. Se me acabó el reinado - dice la Mechas.

Aún estaba con secuelas de la escopolamina, y no dijo más nada. Le hicieron ponerse una ropa adecuada porque estaba vestido con pijama femenina. Allí mismo le leen sus derechos y lo llevan a la cárcel.

Minutos antes habían capturado a varias personas en Madrid, España y Ámsterdam –Holanda. Toda la Organización de Tom, quedaba desarticulada, en esos países.

Tom, sin saber qué hacer, porque nuevamente se les estaban cerrando todas las puertas, llama a Adolfo, para que lo acompañe y este en consejo, le dice que lo mejor es que se entregue, y así el puede empezar un proceso de rebaja de penas con EE.UU. Tom enojado le dice que no lo ha llamado para eso, sino para que le organice bien todos sus bienes que aún le quedan para que no se los quiten.


Durante esos días recibe varios golpes. Con la captura de algunos de sus amigos en la ciudad de Medellín, y uno de sus socios en Cuba y otro en México. Vuelve a llamar a Adolfo, para que inicie entonces un proceso de entrega pero con los EE.UU.

Continuará... 

                  Buscando una nueva vida...

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