Recientes estudios muestran que ellos también se obsesionan con la
apariencia. Ahora hablan del gordo, la arruga y las canas con la misma
preocupación que las mujeres.
Un chiste que circula por las redes sociales señala que los hombres son muy
felices porque comen lo que quieren, no quedan embarazados, las arrugas les
añaden carácter, las canas les dan atractivo, no se les daña el esmalte de las
uñas, pueden aumentar tres kilos y ni se dan cuenta, y con barriga o sin ella
siguen comiendo igual.
Pero esa felicidad se está acabando por cuenta de su creciente vanidad. Un
estudio reciente, el más amplio hecho hasta ahora entre hombres sobre
percepción de imagen corporal, reveló que cada vez más están preocupados por su
cuerpo. Aunque el nivel aún no es igual al de las mujeres, la investigación
muestra que ellos están insatisfechos con su apariencia. Este descontento se
les ha vuelto tema de conversación y se comparan en público en una actividad
que los expertos consideran “sintomática de una obsesión”.
Es el caso de Diego Gómez, de 20 años, que vive preocupado por su físico.
“Quiere verse musculoso y tiene más cremas en el baño que mi hija Ana: para el
pelo, para el acné, para la resequedad, para la cara”, dice Elizabeth Arenas,
su mamá.
No son gais. Tampoco los metrosexuales que se cuidan desde el pelo hasta la
uña del pie. Son adultos heterosexuales de todas las edades que quieren bajar
de peso, aumentar su masa muscular y sienten presión social por verse bien. Los
expertos creen que están presionados por los torsos desnudos que cada vez más
publican los medios de comunicación. “Los hombres cayeron en la trampa”, dice
el psicólogo Diego Castrillón, y frente a esa ansiedad el sector de la
cosmética ha aprovechado para ofrecerles desde cremas hasta cirugías estéticas.
En efecto, en el trabajo, al menos 61 por ciento de los participantes
sienten la presión de los medios cuando ven imágenes de otros hombres con
cuerpos esculturales. El estudio, que contó con la participación de más de
100.000 hombres heterosexuales y casi 5.000 gais entre los 15 y los 65 años,
encontró que ellos tienen el mismo nivel de inconformismo con su apariencia
física que las mujeres. En el tema del peso, por ejemplo, el 39 por ciento de
los hombres heterosexuales estaban insatisfechos con el suyo y 30 por ciento se
sentían infelices por el estado de su masa muscular.
Según David Frederick, profesor de psicología de Champman University y
autor del trabajo, no solo quieren ser flacos como las mujeres, sino que
también desean un cuerpo musculoso como el de James Rodríguez, con las
chocolatinas abdominales bien delineadas y los bíceps prominentes. “Es un
modelo más alejado al de la apariencia que un hombre saludable debe tener”,
dice Frederick.
El trabajo, publicado en la revista Psychology of Men and Masculinity,
también revela que casi el 30 por ciento de los heterosexuales se ha sometido a
dieta en el último año y más de la mitad ha hecho ejercicio para perder peso.
El trabajo reveló que se miran al espejo una a tres veces al día y el 61 por
ciento siente que la gente los juzga por su apariencia y su atractivo.
Aunque el estudio corresponde a Estados Unidos, en Colombia el panorama no
es muy diferente. “Si bien, la expectativa del cuerpo delgado es mayor para las
mujeres, la preocupación por la belleza ya no tiene esa división tan radical de
género”, dice la psicóloga María Elena López. Con ella coincide Juanita
Gempeler, psicóloga experta en trastornos alimenticios, quien asegura que el
interés de los hombres por la apariencia es generalizado y afecta a todos los
grupos de edad.
Al otro lado del Atlántico, la cosa no es mejor. Un estudio realizado con
394 hombres británicos por la psicóloga Phillipa Diedrichs, de la Universidad
de West of England, encontró que los hombres sienten mucha ansiedad con sus
cuerpos y algunos recurren a dietas estrictas y a rutinas de ejercicio
exageradas para bajar de peso o tener un cuerpo más tonificado. En el estudio,
63 por ciento sentía que su pecho y sus brazos no eran suficientemente
musculosos y casi 30 por ciento pensaban en su apariencia al menos cinco veces
al día.
Este fenómeno de no aceptar su cuerpo tal como es afecta muchos aspectos de
su vida. La investigación de Frederick, de hecho, evidenció que durante las
relaciones sexuales 20 por ciento de ellos trata de ocultar ciertas partes de
su cuerpo, como el estómago. El 5 por ciento señaló que incluso prefiere
abstenerse porque se siente mal con su cuerpo.
Un estudio realizado hace un par de años y publicado por la revista Sex
Roles encontró algo similar: los hombres que se avergüenzan de su cuerpo son
menos propensos a buscar y mantener relaciones románticas. “El problema es que
a los hombres este tema no les resulta tan fluido porque toca sus emociones y
ese no es el fuerte de ellos”, explica López.
Por eso, las relaciones pueden terminar afectadas. Dado que los hombres
hacen esto para encontrar mejor trabajo, encajar en grupos sociales, pero sobre
todo para conseguir las mujeres más bonitas, muchos sufren cuando se engordan
porque piensan que si no tienen el cuerpo ideal ellas los van a dejar. En otros
casos, sus parejas creen que el afán de lucir bellos está relacionado con una
amante y esas suspicacias conducen a peleas que eventualmente minan el vínculo.
También es posible que las parejas tengan ataques de celos ante las miradas que
su hombre atrae con su nueva musculatura.
Por eso, los expertos recomiendan a los hombres hablar de esas inquietudes
con sus parejas y explicar por qué quieren bajar de peso. Después de todo, no
hay nada malo con querer ser saludable. De hecho, ese es el mensaje que los
médicos quisieran que todos cumplieran.
Lo que preocupa con esta tendencia es que para llegar a ese ideal de
belleza algunos de ellos están tomando acciones muy drásticas. En las clínicas
de estética “les ofrecen hacerles las chocolatinas artificialmente o sacarles
la grasa sin mover un dedo”, dice Castrillón. Con sus investigaciones ha podido
establecer que si bien algunos sufren de dismorfia corporal, es decir, una
alteración distorsionada grave de su cuerpo, la gran mayoría simplemente está
insatisfecha con su apariencia. “No quieren cambiarse la cara como Michael
Jackson, sino que buscan cambios muy específicos”, dice el experto.
A ese afán por tener el cuerpo de Adonis se le conoce popularmente como
vigorexia. Según Gempeler, no es un término científico pero describe a las
personas que para tener ese modelo de cuerpo “alteran la forma como se
relacionan con la comida, hacen mucho ejercicio, toman batidos proteicos y
hasta esteroides, lo cual puede llegar a ser muy complicado”.
También preocupa que estos hombres crucen la línea y caigan en alguno de
los trastornos alimenticios que han aquejado a las mujeres como la bulimia y la
anorexia. De hecho, según Gempeler, la anorexia en hombres está aumentando.
Los expertos sugieren a los hombres, y de paso a las mujeres, buscar
ideales de salud más que de belleza. Para ello, es importante estar en el peso
correcto, comer alimentos balanceados, escogerlos de todos los grupos
nutricionales y hacer ejercicio regular sin excederse. “Acéptense como son”,
dice Castrillón. De lo contrario, vivirán esclavos, como muchas mujeres, del
gordo, la arruga y las canas.
Tomado de Semana.com. vida moderna.
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