Tuve la gran
oportunidad de ver una película de drama, a la antigua, grabada en la Inglaterra
de aquellos años de principios del siglo XIX, en los que las mujeres debían
pedir permiso para todo y hacer no su voluntad, sino la voluntad de sus padres
y dejarse manipular en las decisiones que le dirigirían el rumbo a sus vidas,
sin poder negarse a esa decisión porque les costaría el desprestigio personal,
familiar, social y la pérdida de lo poco o mucho que le pudiera dar sus padres
como herencia.
En esa trama se
juega la película Persuasión basada en la novela
póstuma Persuación de
la escritora Jane Austen, publicada un año después de su muerte (1818)
y que salió a las salas de cine en abril de 2007, y cuyos personajes
principales son el capitán Wentworth y la Señorita Anne Elliot.
A
los diecinueve años Anne Elliot (Sally Hawkins) se enamora del oficial de la marina
Frederick Wentworth (Rupert Penry-Jones), se comprometen pero su padre rompe el
compromiso porque Wentworth no es digno de su hija. Wentworth no pertence al
estatus social que el padre de Elliot aspira para ella. Ocho años más tarde, la
familia Elliot se ve envuelta en una crisis financiera y deben dejar la casa en
alquiler. Finalmente la ceden al almirante Croft y a su esposa quien es hermana
del Capitán Frederick Wentworth, Anne, quien se encuentra presente observando
la situación, desaparece de la escena al verlos ya que ella sabía del
parentesco.
Pero lo me llama
la atención de la película, es el tema de la persuasión que recorre la trama
principal de la película y, lo más importante es la solicitud que pide el
capitán de su futura esposa, la cual debe tener entereza de carácter, que es el
elemento esencial contra la persuasión que pretenden ejercer otras personas
sobre el individuo, es decir, tener nuestras propias decisiones, nuestros
propios conceptos.
Como dijo Aristóteles “La marca del Individuo educado, es poder evaluar el pensamiento de
los demás sin aceptarlo”. Porque a veces asumimos como propio todo lo que
leemos o lo que escuchamos de otros, sin hacerlo pasar por la criba de la razón
donde priman nuestros propios pensamientos, nuestras propias elecciones que son
las que nos identifican como seres autónomos y con carácter.
Nuestra vida se va
formando de todo lo que nuestros sentidos van tomando, y depende de nosotros ir
formando una propia distinción entre lo que queremos ser y lo que no queremos
ser, lo que se va configurando en nuestra identidad como personas; y así evitar
que cualquiera nos mueva como una veleta cada vez que le da la gana.
Es normal observar
que muchas elecciones de nuestra vida,
son influenciadas por otras personas, o por la sociedad, eso es lo que está
produciendo la globalización y el consumismo, donde quedan apartadas nuestras propias
decisiones y a veces sin darnos cuenta elegimos lo que nos dicen los demás o lo
que nos ha impuesto la sociedad, sea bueno o sea malo, no nos damos a la tarea
de averiguarlo, sino que simplemente lo hacemos porque los demás lo hacen o
porque alguna persona influenció en dicha decisión.
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