Todas las
personas a lo largo de su vida experimentan el dolor y el sufrimiento en
diversas ocasiones. Todos hemos sentido alguna vez la enfermedad, la soledad,
el fracaso, la humillación etc. Nadie está a salvo del sufrimiento, ni siquiera
aquellas personas que se sienten felices y afortunadas, ya que forma parte de
nuestra vida. Es inherente al ser humano.
El
sufrimiento hace que el hombre tome conciencia de sus limitaciones ante la vida. No todo depende de él sino que existen
imprevistos que hacen que su vida cambie completamente. Nos sitúa en
situaciones límites creyendo que no podemos soportar más.
Cuando lo
estamos padeciendo, lo vemos como un mal en sí mismo, sin sentido alguno. Es
imposible vislumbrar lo positivo que podemos sacar de él, no podemos comprender
el porqué del dolor y del sufrimiento.
No siempre el sufrimiento
tiene que ser malo, este también nos sirve para formar carácter… Si, así es, el
sufrimiento forma carácter, para bien o para mal, vamos tomando ese dolor que
sentimos en lo más profundo de nuestro ser, para asumirlo y adaptarlo a las
circunstancias de nuestra vida que se nos van presentando de ahí en adelante.
Sin
embargo, si no es demasiado prolongado saldremos fortalecidos, pues nos sirve de impulso para crecer ante las
dificultades y vencer los obstáculos y temores que antes parecían imposibles de
superar. Por otro lado, hemos de destacar que cuando pasamos por
momentos difíciles que nos hacen sufrir, tendemos a reflexionar y profundizar sobre nuestra propia vida. Nos sentimos pequeños y vulnerables y esto nos
hace ser más sensibles y comprensivos ante el sufrimiento y necesidades de los
demás.
Pero no es solo la situación
que se nos presente la que nos va dando esos cincelazos, para ir moldeando
nuestro ser, sino que depende de uno tomar de ese dolor, una enseñanza que nos
permita crecer como personas o convertirlos en resentimientos, rencores u otros
malos sentimientos y devolverlos con el tiempo a quienes nos rodean, porque
reprimimos una situación que nos pudo haber servido para nuestro bien.
Siempre tenemos que elegir
en la vida, siempre estamos tomando decisiones y es esa tarea de elegir qué
camino tomar, entre lo bueno y lo malo, muchas veces resulta demasiado
complicado cuando se ciega el juicio, el pensar consumido por el dolor
lentamente; y hay dolores que se vuelven insufribles, irremediables o infinitos,
pero con ellos vamos aprendiendo que los golpes que nos da la vida y los que
nos seguirá dando, aprendemos que somos dueño de nuestro destino y somos
nuestros héroes y queda en nosotros mismos salvarnos y combatir esos dolores o
sentimientos emocionales y transformarlos en enseñanza, perdón y redención con
el tiempo.
La libertad para ir por un
camino bueno o uno malo, solo queda en nosotros, es una batalla que hay que
ganarle a la vida y vamos aprendiendo que todos esos golpes que la vida nos da,
nos va fortaleciendo, bien el dicho que dice “lo que no te mata, te hace más
fuerte”, hace referencia a que podemos fortalecernos de esas caídas, pero para
ser mejores como elección humana.
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