domingo, 13 de septiembre de 2015

EL TIEMPO DEL EGO


Tal vez nos sentimos muy superiores, considerando que somos seres únicos e irrepetibles, o tal vez sentimos que nuestra personalidad es la mejor de todas y los demás deben respetarnos y rodearnos, porque somos los que tenemos el sartén por el mango y el resto debe girar alrededor mío.

Estamos en una época donde el egocentrismo, la idolatría a nosotros mismos, la vanidad como esencia de nuestras vidas y la prepotencia en nuestro actuar como modelo de vida, está logrando que nos vean como superiores y nos traten con respeto y admiración, porque así es como la sociedad actual quiere a sus ídolos, aquellos que ven por encima de los demás, porque tienen un título, un puesto o una posición social diferente.

Ese llamado “yoísmo”, se nota en nuestras conversaciones; que fastidio dialogar con una persona que solo hable de ella en la conversación, solo te dice sus logros, sus virtudes, como le está yendo de bien en su trabajo, cuantas novias a conquistado o lo bonito y adinerado que es su novio, parce ser que lo que le da lo demás es lo que lo hace sentir valioso como persona, y lo peor, lo hace sentir superior a los demás.

Y que decir en lo laboral, peleas, envidias, disputas y malos comentarios entre compañeros de trabajo, compitiendo por quien es el mejor, quien ha logrado las mayores cosas, quien tiene más poder sobre el otro, y eso lo hace sentir grande y por encima de los demás, donde se presenta esa disputa entre egos, que no logra que el trabajo en grupo pueda prosperar de mejor forma y brindar mejores resultados para la empresa o comunidad laboral.



Pero donde dejamos ese egocentrismo en las relaciones, hasta en las parejas, se convive con una competencia constante por quien tiene la razón, quien tiene el poder en la casa, a quien es al que más quieren los niños, quien es el que entra más dinero a la casa, quien ese el más responsable, es una competencia de EGOS, que nos está apartando de la convivencia común, de ese sentido humano del que habla Aristóteles sobre los seres sociables por naturaleza, ahora la naturaleza nos hace sociables y la vivencia nos hace egocéntricos.

Y ni que hablar de las redes sociales, personas que durante todo el día solo están diciendo lo que hicieron, nos cuentan toda su vida desde que se despiertan hasta que se duermen y hacen comentarios resaltando su belleza, su glamour, su hermosa personalidad, sus fiestas y todo lo que hacen. Y sus relaciones sociales se disminuyen a conversaciones en redes sociales.

Algunos autores como Twenge han señalado que el aumento del narcisismo ha promovido una tendencia generacional a valorar más el dinero, la imagen y la fama que la aceptación de cada individuo y el sentimiento de comunidad.

Cada vez hay un culto más grande a la imagen y esta tendencia puede generar problemas psicológicos en las personas que no logren popularidad y aceptación en las redes sociales. “A la gente se le olvida que el narcisismo no se trata solo de ser ególatra sino que es una conducta potenciada por la inseguridad”, afirma Jesse Fox, profesor asistente de la Escuela de Comunicación de la Universidad del Estado de Ohio.

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