miércoles, 24 de junio de 2015

De Virginia Wolf a Simone de Beauvoir Entender la Cultura en la que escribieron estas dos mujeres, iconos de la igualdad de género, del respeto por la integridad femenina y de la liberación femenina, es devolverle a las mujeres su posición, que tenían ganad pero que poco a poco han ido perdiendo. Finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, dos escritoras, muy filósofas, ambas ateas y de pensamiento existencialista humanista, quisieron revelarse ante una sociedad machista tanto en Inglaterra como en Francia, y sacaron a relucir, su más sensible capacidad femenina de hacer que se reconozca su género en igualdad de Derechos al de los hombres. 

Virginia en una Inglaterra conservadora, machista, donde solo podían acceder a la Universidad los hombres (así lo hicieron su hermanos), y las mujeres, a los oficios de la casa, a la espera de que sus padres se la entregaran a un hombre sin amor. Libros como la Señora Dalloway, deja ver ese aspecto feminista de Virginia, rechazando una cultura machista y sometida y revelándose ante esa posibilidad, tuvo la Oportunidad de convertirse en una ratoncito de biblioteca y poder leer varios libros de la biblioteca de su padre y abrir su pensamiento hacia una cultura de la conciencia humana igualitaria. 

Ese es su sentir al escribir Orlando y mostrar toda una cultura en varios siglos haciendo un paralelo frente a los cambios que pueden darse en el nuevo siglo, y claro que le resultó, más adelante las mujeres exigirían esos derechos y los harían cumplir. Nunca comprendió eso de que el hombre tuviera su propia habitación de estudio y las mujeres no, pero ante eso, hace una defensa mayor a los derechos femeninos, en su libro Una Habitación Propia. 

Por otro lado, Simone de Beauvoir pudo compartir con Jean Paul Sartre, y su rebelión fue más allá, nunca quiso casarse, con él vivió un amor necesario, aunque ambos tenían sus amores contingentes, y con eso demostraba su liberación a esa sociedad que esperaba que una mujer fuera sumisa a su marido solo cuando el quisiera llegar a su lecho, hacer el amor y volver a su habitación. Ella tendría su propia habitación de estudio y compartiría con el amor de su vida hasta la muerte de aquel. 

La Francia de la Época de Simone era igual que Inglaterra, machista, y a las mujeres se les relegaba al oficio del hogar y de los hijos, pero ella supo ir mas allá, se dedicó a la escritura, a la docencia hizo en su vida lo que quería, viajó a los países comunistas y conoció sus costumbres porque era lo que le gustaba, visitó al Che Guevara en Cuba, a Mao en China y lo hacía en compañía de su amor necesario. Nunca vivió en la misma casa con Sartre, pero lo amó y era un amor libre.

En su obra el Segundo Sexo, que fue la más importante para defender la liberación femenina, dejó ver que era una mujer rebelde pero con causa, “hacer que las mujeres tuviesen los mismos derechos que los hombres”. Sus frutos también se verían en Francia. Ambas mujeres ateas, ambas durante toda su vida con un mismo hombre pero con una amor libre, Virginia se suicidó porque no encontraba ya un aliciente para su vida, la enfermedad que llevaba, el trastorno bipolar, la hizo sucumbir, para no ser más un estorbo para su esposo. A Simone, en cambio, la fue derrumbando el ya no estar con su amor necesario, al morir Sartre, ya encontró motivos para vivir.

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