lunes, 29 de junio de 2015

La ética en la Educación

La educación es el motor de transformación y de transformación de una sociedad y como tal, desde la Educación, podemos trabajar para ser mejores cada día, donde nos preocupemos por saber, por aprender, por conocer, por interpretar, por analizar, todo lo que hay dentro de la educación, y que te puede hacer mejor, no solo como un proceso de ego, sino como un proceso que puede verse para la alteridad, para la convivencia en sociedad.

 Es por eso que la Educación no la podemos ver solo como una formación para nuestros conocimientos, sino para el vivir en sociedad, para vivir con otros, y es desde ahí donde podemos comprender mejor los valores de la educación, que te hacen mejor persona para vivir en sociedad y por eso la necesidad de educar desde la ética.

 La búsqueda de los valores educativos constituye lo que se considera que debe ser la misión formativa de los individuos, así como la forma específica de la relación de las personas en un contexto educativo (profesores y alumnos, políticos y administradores) constituye la condición de las actividades evaluativas. Y es que la Educación desde la ética, es la que nos indica ´como podemos vivir mejor, de acuerdo con las experiencias del pasado y del presente con las cuales, buscamos valores de esas experiencias para tomar la mejor decisión frente a lo que se nos presenta a la hora de vivir en sociedad, es una educación práctica, que pasa de ser una serie de conocimientos, para convertirse en una serie de acciones que realizaré en el momento oportuno en mi vida. 

 Ya lo observamos nosotros en nuestro diario vivir, cuando las personas, hacen alusión a nuestra capacidad académica o educativa, cuando nos equivocamos, “Parece que no hubiese estudiado”, “no parece un profesional” y no se utilizan con relación a nuestro puesto, sino, a lo que nos ven hacer, a lo que manifestamos, es decir, hay una conciencia global, donde sentimos que la educación, es importante para tomar buenas decisiones en nuestras vidas.

Y es que la ética, no vista como un recetario de normas de convivencia, sino un proceso de Formación interior que nos ayuda a tomar decisiones, sobre el que hacer, como hacerlo y que es mejor para mi vida, va muy relacionada con nuestra forma de vivir, y es por eso, que la Educación debe conducir a que nos planteamos tales preguntas cada vez que vayamos a un salón de clases, bien sea como docentes o como estudiantes. 
Es desde ahí, donde debemos evaluarnos, sobre lo que aprendemos para aplicar, sobre lo que es importante para nuestras vidas, y desde ahí donde parte la evaluación con la que trabajamos en nuestros tiempos, una evaluación cualitativa, donde se da razón de lo que somos, de lo que vamos avanzando, de lo que podemos alcanzar, una combinación perfecta entre una buena evaluación desde un buen aprendizaje. 

 De ahí, que en este sentido, cuando hablamos de educar, que lleva consigo una estrecha relación, con la evaluación, atendemos un aprendizaje que nos sirva para la vida en sociedad donde pongamos de manifiesto, a parte de los conocimientos globales, lo que hemos aprendido para comportarnos como personas que buscan cada día ser mejores y de esa forma son felices. Es tiempo ya de dejar esas evaluaciones abstractas, que solo muestran un leve conocimiento de un tema, el cual con seguridad se va olvidando, y buscar evaluar para el futuro, para la convivencia, para el estar en sociedad, para desde ahí hacer nuestras vidas. 

Evaluar la educación significa entonces determinar la presencia de atributos en sus elementos constituyentes que de antemano se han apreciado como valiosos. Pero no basta la sola presencia de esos atributos, la evaluación está relacionada también con una forma prototípica de cumplimiento de la misión educativa. La tarea esencial de la evaluación es esta doble verificación: la presencia de atributos y el cumplimiento de la misión. Atributos y misión son configuraciones creadas o seleccionadas de un conjunto de configuraciones posibles que el acervo cultural de una sociedad proporciona y considera valiosas en sí mismas o en razón de determinaciones históricas y circunstanciales.

Es aquí donde proponemos una evaluación interdisciplinaria, es decir, que no se olviden los conceptos, pero que se centren los resultados con los de la vida del individuo, de ahí la expresión “bien educado”, porque fuimos capaces de relacionar las diferentes disciplinas de formación, para hacer del estudiante una persona íntegra. Así entonces, tenemos una propuesta de educación, completa, que integra todo un sistema educativo, cuyo culmen es una evaluación interdisciplinaria que ayuda al estudiante a tener conocimientos claros sobre cómo esa área o esa fórmula en particular le puede servir para la vida.

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