jueves, 16 de julio de 2015

Educar en valores a los jóvenes


En nuestra sociedad, los jóvenes cuando llegan a la adolescencia, se les presentan muchas opciones, entre ellas el que pretenden, entienden o se transforman en personas diferentes e inician una vida entorno a lo que les rodea, propiciando espacios de integración y de una vida social más constante, donde el interés por su aspecto físico y lo digan los demás de su personalidad es para ellos muy importante en el desarrollo constante de su vida.

Estas y otras cosas más, hacen que los jóvenes entren a un sistema de valores sin autonomía y bajo la dirección de figuras artísticas, cantantes, bailarines, deportistas y otros más que son el referente para la sociedad juvenil. El problema a veces es que esto trae a ellos una figura mal entendida de libertad frente a la vida, donde creen que tienen el permiso de hacer otras cosas porque ya crecieron y se le van saliendo de las manos a sus padres.

Entendiendo esto, debemos aprovechar que de una u otra forma, tenemos a estos jóvenes en la escuela y que están ya en los grados superiores que son 9,10 y 11 grado, donde debemos aprovechar la oportunidad de brindarles una formación en valores que transforme su personalidad en seres constructivos para la sociedad.

La educación en valores de los jóvenes se debería averiguar qué valores están viviendo los jóvenes ahora. Es decir: qué trato les ofrecemos; qué normas les imponemos y qué posibilidades de participación les damos; qué lenguaje utilizamos; qué libros leemos y cuáles les recomendamos; a qué dedicamos nuestros mayores y mejores esfuerzos; qué tiempo, en cantidad y en calidad, les dedicamos; qué ocio consumimos y a qué ocio les abocamos. Se trata de averiguar, porque siempre el trabajo en valores es un ejercicio de autenticidad y de transparencia, qué valores vivimos los que juzgamos dudosa la deseabilidad de los valores que viven los jóvenes.

Claro que no estamos solos. Así como el aire, los valores, está por todas partes, aunque haya ambientes más sobrecargados de contaminantes que otros. Los responsables de las instituciones educativas, los docentes, no pueden sino ejercer la crítica abierta y sincera sobre ellos mismos y las instituciones de las que forman parte y este es un proceso compartido y participativo: creamos nuevo conocimiento incorporando la valiosa información que aportan los valores que vivimos dentro de nuestras instituciones: valores de los alumnos, de los profesores, de los grupos de trabajo, valores institucionales y organizativos.

El alumno puede salir entrenado para ejercer la crítica con fundamento y para optar libre y responsablemente por aquellos valores que son los puntales de un desarrollo personal integrado y comprometido.


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